“El deseo muere automáticamente cuando se logra: fenece al satisfacerse. El amor en cambio, es un eterno insatisfecho.” Ortega y Gasset, José
Amar es una necesidad y capacidad del ser humano, existiendo perturbaciones afectivas que producen complicaciones en la formación y calidad del vínculo de amor. Existen personas que no logran asumir acuerdos necesarios para transitar una relación de pareja sanamente, se aman así mismos no pudiendo experimentar amor hacia otros. Contrariamente se da el caso de quienes se despojan de toda libido narcisista para depositarla en alguien de manera desmedida, perdiendo individualidad para convertirse en un “vasallo del amor”, enamoramiento aniquilante de una necesaria autonomía que permitirá mantener en el tiempo la seducción al elegir a alguien que nos genere pasión por la propia diferencia. “Dentro de este enamoramiento ha interesado el fenómeno de la superestimación sexual, el hecho de que el objeto amado queda sustraído a la crítica, siendo estimadas todas sus cualidades en más alto valor que cuando aún no era amado o que las de personas indiferentes… el yo se hace cada vez menos exigente y más modesto, y, en cambio, el objeto deviene cada vez más magnífico y precioso, para apoderarse de todo el amor que el yo sentía por sí mismo…” Sigmund Freud
Se manifiestan diversos síntomas inherentes al enamoramiento: dificultad para conciliar el sueño, alteraciones en la alimentación, falta de concentración en otros temas, disminución de la actividad social, etc.; por lo cual se considera que dicho estado no debería durar más de aproximadamente seis meses, de lo contrario genera demasiado desgaste emocional, físico y sufrimiento. “Señor del amor mío, cuyo mérito obliga mi homenaje de vasallo., te envío esta embajada manuscrita, mi devoción de probando y no mi ingenio. Grande es mi devoción: mi pobre espíritu la muestra sin ropaje de vocablos y espera, aunque desnuda, que en tu alma le dé tu comprensión fácil albergue; hasta que el astro que mi andanza quía me señale con brillo favorable, y al ornar mis andrajos amorosos haga que yo merezca que me mires” William Shakespeare”
Siempre que se ama existe la posibilidad de sufrir, la mayor parte de las cosas que nos llenan de felicidad pueden producirnos dolor. Las desilusiones amorosas son muy comunes pero muchas veces se cree que la pérdida de amor significa pérdida de la capacidad de amar. Cuando una relación se termina, generalmente es vivida como un fracaso, generando gran frustración debido a que, desde lo que la sociedad exige, deberían ser para siempre, provocando intolerancia a lo que concluye y en muchas ocasiones embarcarse en relaciones vacías para cubrir con determinadas expectativas impuestas.
La experiencia subjetiva del amor, ya sea romántica o de otro tipo, se conecta con la historia de cada uno, con los modelos que tuvimos, de los cuales aprendimos qué es amar y como se traduce en palabras, actitudes y conductas. Pero esto no debe limitarnos a elegir de que manera y a quién deseamos amar, construyendo una concepción de amor acorde al bienestar de cada uno. Responsabilidad que nos enfrenta ante la posibilidad de asumir el mando nuestra felicidad.
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