“Incapaz de usar palabras sobre lo que siente, el adolescente tiende a contemporizar, desfigurando el sentido de aquello que emplea; pero el adulto tiende a la significación literal y léxica de las palabras, que quiere adherir al desorden que él escucha. Entonces, se instala el malentendido” Philippe Gutton.
La adolescencia es una etapa crítica de la vida en donde se manifiestan cambios en la organización biológica y psíquica, siendo posible que los sujetos se encuentren en un estado de vulnerabilidad, resultando un período de definición de la identidad afectiva, psicológica y social. Se define como un período de transición, enfocado a lograr la adaptación al medio en el que se desenvuelve, implica dejar de ser un niño para convertirse en adulto.
Durante este período, los trastornos de adaptación son muy comunes, provocando malestar no solo en los jóvenes sino también en la familia y entorno social. Al respecto, Freud refiere que “es difícil señalar el límite entre lo normal y lo patológico en la adolescencia, y es natural toda conmoción de este período de la vida, pues sería anormal la presencia de un equilibrio estable. Es una etapa de proceso y desarrollo”.
Los valores, las normas y leyes se encuentran adquiriendo una independencia de la autoridad parental, se han internalizado volviéndose integrantes del Yo. Durante esta etapa, en ciertas ocasiones, el equilibrio amenaza con romperse surgiendo así la delincuencia o conductas antisociales.
La problemática de los menores y la ley es un fenómeno que produce interés y posiciones encontradas ya que pone en evidencia los errores de la sociedad en general. La delincuencia significa, desde una perspectiva social, el fracaso del enfoque familiar y grupal en el cual no se logró brindar a ese adolescente los medios adecuados para un sano desarrollo.
La conducta agresiva transformada en delito, es la expresión psicopatológica particular de cada sujeto y de su alteración psicológica y social, siendo el emergente de un núcleo familiar y social problemático, en el que el adolescente traduce a través de su agresión, sus ansiedades y conflictos.
Una consulta psicológica a tiempo brinda la posibilidad de una escucha diferente, objetiva, que permita atender las demandas que los adolescentes nos hacen, pedidos desesperados de atención y orden, demandas de “amor y límites, contención” cuya recepción posibilite comprender sus deseos desde una posición diferente. Esto a veces se torna muy difícil, siendo parte de la dinámica familiar conflictiva, sin embargo resulta fundamental para lograr un diálogo abierto y sincero, despojado de culpa e intentos de huida (incontinencia y abandono) y más próximo al camino de un hacerse cargo.
Como habitantes de Cancún, una comunidad en crecimiento y expuesta a diversas influencias foráneas no estamos exentos de diferentes problemáticas (alcoholismo, prostitución, robos, drogadicción etc.). La adolescencia nos enfrenta a un proceso de cambio social, familiar y personal que inevitablemente requiere la capacidad de asumir responsablemente una mirada profunda sobre lo que aqueja a nuestros hijos.
La adolescencia es una etapa crítica de la vida en donde se manifiestan cambios en la organización biológica y psíquica, siendo posible que los sujetos se encuentren en un estado de vulnerabilidad, resultando un período de definición de la identidad afectiva, psicológica y social. Se define como un período de transición, enfocado a lograr la adaptación al medio en el que se desenvuelve, implica dejar de ser un niño para convertirse en adulto.
Durante este período, los trastornos de adaptación son muy comunes, provocando malestar no solo en los jóvenes sino también en la familia y entorno social. Al respecto, Freud refiere que “es difícil señalar el límite entre lo normal y lo patológico en la adolescencia, y es natural toda conmoción de este período de la vida, pues sería anormal la presencia de un equilibrio estable. Es una etapa de proceso y desarrollo”.
Los valores, las normas y leyes se encuentran adquiriendo una independencia de la autoridad parental, se han internalizado volviéndose integrantes del Yo. Durante esta etapa, en ciertas ocasiones, el equilibrio amenaza con romperse surgiendo así la delincuencia o conductas antisociales.
La problemática de los menores y la ley es un fenómeno que produce interés y posiciones encontradas ya que pone en evidencia los errores de la sociedad en general. La delincuencia significa, desde una perspectiva social, el fracaso del enfoque familiar y grupal en el cual no se logró brindar a ese adolescente los medios adecuados para un sano desarrollo.
La conducta agresiva transformada en delito, es la expresión psicopatológica particular de cada sujeto y de su alteración psicológica y social, siendo el emergente de un núcleo familiar y social problemático, en el que el adolescente traduce a través de su agresión, sus ansiedades y conflictos.
Una consulta psicológica a tiempo brinda la posibilidad de una escucha diferente, objetiva, que permita atender las demandas que los adolescentes nos hacen, pedidos desesperados de atención y orden, demandas de “amor y límites, contención” cuya recepción posibilite comprender sus deseos desde una posición diferente. Esto a veces se torna muy difícil, siendo parte de la dinámica familiar conflictiva, sin embargo resulta fundamental para lograr un diálogo abierto y sincero, despojado de culpa e intentos de huida (incontinencia y abandono) y más próximo al camino de un hacerse cargo.
Como habitantes de Cancún, una comunidad en crecimiento y expuesta a diversas influencias foráneas no estamos exentos de diferentes problemáticas (alcoholismo, prostitución, robos, drogadicción etc.). La adolescencia nos enfrenta a un proceso de cambio social, familiar y personal que inevitablemente requiere la capacidad de asumir responsablemente una mirada profunda sobre lo que aqueja a nuestros hijos.
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